La alimentación en los bovinos es clave no solo para el rendimiento y productividad, sino también para su salud. Conozca la investigación realizada por el INTA para tener claro los efectos de la alimentación sobre el desarrollo de la glándula mamaria.
El éxito del manejo alimenticio de las vaquillonas de reposición depende en buena medida del potencial de producción de leche de la futura vaca. Sin embargo, la principal limitante para alcanzarlo es el número de células secretoras de la glándula mamaria.
Eloy Salado junto con Pablo Roskopf del INTA aseguran en la investigación que el principal objetivo de la recría de vaquillonas para la reposición del hato lechero es producir las mejores vacas posibles. Por lo tanto, el éxito del manejo alimenticio de estos animales no debe ser medido en términos de ganancia diaria de peso vivo (PV) promedio o eficiencia de conversión, sino que tiene que ser evaluado por el potencial de producción de leche de la vaca en crecimiento.
El proceso de crecimiento y desarrollo de la glándula mamaria se denomina mamogénesis que puede diferenciarse en distintas etapas, según la edad del animal y la velocidad de dicho crecimiento.
En ese sentido, existen dos tipos de crecimiento de la glándula según el ritmo que alcanza en cada etapa, pues hay momentos en que crece al mismo ritmo que el resto del cuerpo y se llama crecimiento isométrico (ISO), mientras que en otros momentos crece a un ritmo de dos a cuatro veces más rápido que el resto del cuerpo y se llama crecimiento alométrico (ALO).
Los expertos mencionan que conocer estas etapas es fundamental para planificar el manejo nutricional de las vaquillonas, pues la respuesta al aporte energético de la dieta varía en cada etapa en términos de crecimiento mamario.
Hay que tener en cuenta que el costo de recriar terneras de reposición tiene un impacto considerable sobre la economía del establecimiento lechero, representando entre el 15 y el 20% del costo total de producción de leche. Además, en el intervalo de tiempo entre el nacimiento y el primer parto se tienen gastos, pero no se generan ingresos.
Por eso, la forma más efectiva de disminuir estos costos es reducir la edad al primer parto. Por lo tanto, las terneras deberían ser recriadas bajo un régimen alimenticio de altas tasa de crecimiento hasta la pubertad para obtener una reducción sustancial de la edad al primer parto.
Sin embargo, algunos investigadores han demostrado que la recría de estos animales en su etapa prepúberes a elevadas tasas de ganancia de pesos vivo, utilizando dietas de altas en energía, reduce la producción de leche en la primera lactancia que es atribuida a un menor crecimiento de parénquima mamario y un aumento concurrente en la deposición de tejido adiposo mamario.
El aumento de la intensidad de la alimentación antes de la madurez sexual provoca cambios en la secreción de hormonas en el complejo lactogénico, lo que resulta en una reducción del numero de células secretoras en la glándula mamaria.
Fuente: CONtexto Ganadero