Las variables económicas actuales son tantas y tan fluctuantes que generan intereses encontrados por lo que toca ponerse de acuerdo para que la cadena láctea funcione y sea rentable.
Y es que el sector lácteo ha sido paradigma del complejo funcionamiento de una cadena, la alimentaria, que venía funcionando “al revés”, conformando precios de arriba hacia abajo, con un producto convertido en reclamo en muchas ocasiones, que se veía así depreciado, lo que afectaba finalmente a su bajo índice en origen.
Eso hizo, por otro lado, que también fuese pionero a la hora de proponer códigos de buenas prácticas en la contratación; contratos por escrito; o unos índices de referencia de precios para facilitar la negociación contractual entre ganadero e industria; todo ello ha ido guiando la conformación de la posterior Ley de la Cadena Alimentaria, recientemente modificada para garantizar la rentabilidad en todos los eslabones.
A las crisis propias se le han añadido las crisis generales y la irrupción de la guerra en Ucrania ha impactado en la mayoría de los sectores agroalimentarios, entre ellos el lácteo.
El encarecimiento rápido de la mayoría de los insumos, especialmente de los cereales y de la energía, impactó en la producción de leche hasta el punto de que continuar con la actividad resultó complicado para muchas explotaciones que, o bien decidieron el verano pasado enviar más vacas lecheras al matadero por el buen precio de la carne o, directamente, cerraron.
Una fórmula que supuso un punto de inflexión en la producción nacional de leche en 2022, que comenzó a descender.
Con menor oferta, se facilitó una subida de los precios en origen de más del 50 % en el último año (datos a marzo pasado) marcando índices que han rebasado los 60 céntimos pagados al ganadero por litro de leche entregada, un precio que no hace tanto tiempo costaba, pero en el lineal del supermercado.
Una inflación que ha llevado a interpretar a algunas administraciones que se trata de una crisis de costes, no de márgenes; una visión no compartida por otras administraciones o incluso por la propia industria láctea que habla de estar afectada por una fuerte “erosión de márgenes”, según palabras del director general de la patronal Fenil, Luis Calabozo.
Es decir, la industria asegura que sigue teniendo esa fuerte erosión de márgenes mientras el sector primario continúa recibiendo elevados precios en origen pero menores costes de producción (los principales cereales se han abaratado más de un 13 % en lo que va de año) y la distribución también vende ahora la leche rozando el euro/litro.
Es el motivo por el que, llegada la hora de renovar muchos contratos, las industrias quieren negociar a la baja la compra de leche y ahí es cuando ha surgido el problema.
Se habla de bajadas generalizadas de unos tres céntimos el litro de leche, algo que no ha sido contestado por el sector productor, pero hay ganaderos de Andalucía que denuncian haber tenido ofertas para rebajar ese precio hasta nueve céntimos el litro por lo que han decidido tirar la leche en el suelo.
Han señalado a la multinacional Lactalis y ésta, sin negarlo, habla de que han ofertado “dos precios ajustados a la situación actual del mercado y del contexto, que cubren los costes de producción, y no los han aceptado”.
Esta empresa confía en llegar a un acuerdo y, mientras tanto, habrá que esperar para ver si las renovaciones de contratos que se produzcan en los próximos meses entre las industrias y los ganaderos generan más polémicas o se enmarcan dentro de una negociación equilibrada entre las partes.
De momento, Luis Calabozo ha hecho un llamamiento a buscar ese equilibrio en función de la situación del mercado.
Fuente: EFE Agro