El sector lácteo argentino se encuentra en una encrucijada, con nuevos desafíos y oportunidades emergentes en el horizonte. La reciente eliminación de los derechos de exportación, un reclamo histórico de la industria, ha sido recibida como una medida positiva, aunque su impacto real aún está por verse. Según Ercole Felippa, titular del Centro de la Industria Láctea (CIL), “la foto actual es bastante favorable, pero la película en sí misma no es tan optimista, considerando el arrastre de los últimos años”.
A pesar de los avances, la industria sigue lidiando con un precio artificialmente alto de la materia prima, lo que complica la exportación de productos lácteos. “Aún con precios razonablemente buenos, una tonelada de leche en polvo no alcanza a cubrir el costo de la materia prima”, señaló Felippa. Este desajuste se atribuye a factores como la sequía y la caída de la producción, que han reducido la oferta, elevando los costos de manera insostenible.
La industria láctea, altamente sensible al entorno macroeconómico, enfrenta un dilema: si el mercado interno no puede absorber el mayor volumen de producción, exportar a precios competitivos será difícil. “Estamos ante un escenario donde exportar con los actuales valores y tipo de cambio generaría un quebranto impresionante“, advirtió Felippa, subrayando la necesidad de un programa económico que impulse la competitividad a nivel industrial y de producción primaria.
La eliminación definitiva de los derechos de exportación, formalizada recientemente, no ha tenido un impacto inmediato, ya que estos estaban suspendidos previamente. Sin embargo, Felippa destacó la importancia de esta medida en términos de previsibilidad: “Esto despeja el horizonte de que los derechos de exportación, que estaban como una espada de Damocles, puedan volver a implementarse”.
Finalmente, Felippa recordó que la estabilidad macroeconómica ha sido históricamente el motor del crecimiento en el sector lácteo. “Cuando hubo estabilidad económica, este sector duplicó su producción en cinco años”, señaló. La clave para el futuro del sector reside en mantener un entorno previsible y estable, que permita a la industria láctea argentina continuar creciendo y compitiendo en el mercado global.