Jorge Olmedo, productor en la localidad bonaerense de Castelli y referente lechero de los grupos CREA, dijo que la actividad sufrió una “tormenta perfecta”, que implicó la combinación de varios períodos de clima seco con medidas de política económica y sectorial que perjudicaron a la actividad. Entre ellos destacó las sucesivas ediciones del dólar soja, que comenzaron con el gobierno anterior y que incrementaron los costos del sector.
La producción de leche registra este año una fuerte baja respecto del 2023. La caída acumulada es del 12%. Esta brecha se fue achicando por la recuperación que se está dando en los últimos meses, lo que tiene una contracara que es la moderación en el rimo de suba del precio del litro que venden los tamberos.
A esto suma ahora los problemas que tiene el sector en la venta al mercado interno. El consumo local cayó este año 16% y por eso la baja en la producción, que es menor, no tiene tanto impacto en el precio. Además se suman complicaciones para exportar, porque aunque no se aplican más derechos de exportación, el atraso del dólar respecto de la inflación quita competitividad al negocio.
“Entre el dólar soja y los tres años acumulados de seca, se dio la tormenta perfecta. Eso hizo que el año pasado, con las limitantes financieras que hubo, no se pudieran cubrir deudas. Hubo quebrantos, los precios de las vaquillonas, que muchas veces son un recurso cuando falta liquidez, no era buenos, y todos eso llevo a una reducción del rodeo y del número de tambos”, explicó Olmedo a Bichos de Campo.
“Se duplicó la tasa de descarte de hacienda y se triplicó la pérdida de tambos, hoy por más que las relaciones de precios sean buenas venimos de caminar un semestre con un rodeo más chico”, añadió a continuación.
Todo para abajo. El rodeo se achica, los tambo son menos, el consumo cae y la exportación no tracciona como se espera. En este contexto, los que sobreviven son los que tienen más escala, espalda financiera y productividad.
Y para eso es clave la incorporación de tecnología. Olmedo puede dar cuenta en carne propia de lo que significa esto, y de su impacto en el manejo del establecimiento, ya que tiene dos tambos, uno robotizado y el otro no.
“En lechería la palabra “robot” sintetiza lo que es la incorporación de la tecnología en todo concepto, pero hay otras que permiten ser más eficientes sin necesariamente tener que comprar uno. La tecnología nos permite ser más eficientes naturalmente, mejorar el negocio y tener una mayor tasta de sobrevida. El robot no es más el futuro, es el presente de la lechería”, señaló el productor de Castelli.
A su criterio, es muy complicado que un establecimiento productor de leche tenga chances de seguir vivo si no suma tecnología de procesos, lo que tiene otras ventajas más allá de las económicas, como lo es la posibilidad de seducir laboralmente a las nuevas generaciones.
“Si uno no se prepara para lo que yo llamo la guerra de las galaxias de los datos, porque hoy cada vez tenés más información, si uno no tiene capacidad de ordenar y llegar a condensar eso en un tablero de toma de decisiones, es más complicado. Hay una gran cantidad de tambos con uno o dos robots, empresas familiares en las que arrancaron los abuelos ordeñando a mano, pasaron por bretes y hoy deciden mutar. Pero depende mucho de la financiación que se consiga”, sostuvo.
Olmedo está convencido de que la tendencia al uso de esta herramienta se va a “masificar junto con otras”.
Según su estimación, actualmente el costo de un robot es de 100.000 a 120.000 dólares más el costo de la instalación, lo que se facilita -según explicó- con las nuevas opciones financieras que aparecieron este año.
“Tengo amigos que lo están incorporando. Veo una etapa interesante de inversión. El que está en el negocio está pensando en qué puede invertir para ser más eficiente. Como dice un amigo, estamos tratando de terminar de cerrar el 2023, porque la verdad que desde el punto de vista financiero venimos de una etapa de quebranto fuerte. Todavía estamos ordenando esos números y viendo para adelante qué tecnologías se incorporan, trabajar mucho en procesos, ordenarnos a nivel global para tener mayor productividad, mayor eficiencia y poder crecer”, agregó.
Olmedo cree que esta nueva etapa robotizada de la producción tambera trae aparejada la posibilidad de seducir laboralmente a las nuevas generaciones que nacieron con un Smartphone en la mano.
“Hay algo que venimos haciendo mal y que le hace mala prensa al negocio: es esto de que trabajar en el campo es algo malo. Mi personal no trabaja más de 8 horas como en cualquier otra actividad. Además con esta tecnología, el ambiente laboral es más amigable, ya no está todo mojado y no se requiere ser un experto en el tema. Cualquiera que maneje un celular, con un poquito de instrucción, puede manejar un robot y eso también amplía la base de los potenciales empleados futuros. Tenemos que empezar a trabajar en esto, en que la gente de nuestro entorno quiera estar anotado en lista para entrar a trabajar en los campos, y para esto la tecnología es fundamental”, concluyó.