La destreza que tienen los productores de leche, para presionar con movimientos variables las ubres de las vacas y así llenar los envases con ese alimento, marca la realidad en la que ha estado este sector. La gran parte de su producción va al mercado sin un procesamiento previo en sus fincas, es decir, todo al granel.
Esta dinámica evidencia que el sector depende de las compras directas y no hay mayores esfuerzos para salir de ese cerco, por ejemplo, con emprendimientos o pequeñas empresas para darle valor agregado al producto.
El 76% de los 6 148 687 litros de leche que se producen a diario en el país se comercializa en líquido y la mayoría se distribuye entre la industria de lácteos y las ventas informales, según datos de la Encuesta de Superficie y Producción Agropecuaria de 2020.
El otro 12% se convierte en el mismo terreno en queso, mantequilla y dulces y el restante 11% se queda para el consumo en las haciendas y para otros fines.
USD 0,42, en debate
Estos días, el gremio de productores sigue de cerca la discusión en la Asamblea Nacional en torno a la Ley Orgánica para fomentar la producción, comercialización, industrialización, consumo y fijación del precio de la leche y sus derivados.
La normativa plantea, entre otros aspectos, un valor de USD 0,42 por cada litro producido y que debe ser pagado por la industria directamente al ganadero. Algunos agremiados dicen que eso les favorece, porque al fin se pondrá un precio al producto que sale del territorio, mientras que los pequeños ganaderos señalan que solo beneficia a los grandes y medianos productores.
El desequilibrio se da porque el 80% de los productores son pequeños y manejan menos de 100 litros al día, los cuales son vendidos en la informalidad.
En esa modalidad de negocio, el precio es más bajo, pero se mueve un mayor volumen, que al final les deja un poco más de rédito.
El costo de producir un litro
Los costos para producir un litro representan, para este segmento, USD 0,50 y eso es bajo en relación con lo que se plantea en el proyecto legislativo, según estos pequeños productores.
Pero independiente de eso, expertos creen que el punto de equilibrio se lograría si existiese un apoyo directo al productor, capaz de que se les concedan créditos para que se inicien en la preparación de sus propios productos lácteos.
Sin embargo, Juan Zambrano, dirigente ganadero en la Costa, señala que el gremio no tiene esa cultura de conseguir préstamos para invertir en emprendimientos para valor agregado, sino que se apunta a la inyección para compra de nuevo ganado, engorde y mantenimiento del hato.
En el primer cuatrimestre del año pasado, los ganaderos recibieron USD 1 500 millones en créditos a través de BanEcuador.
Comenzar una pequeña microempresa significa un enorme esfuerzo y estar sujetos a constantes regulaciones, dice Hernán Velásquez, quien tiene su pequeña industria en Santo Domingo.
Él era de los ganaderos que ordeñaba en balde en la parroquia Alluriquín, en la vía Alóag-Santo Domingo. Pero en 2012 decidió dar un giro y empezó con la preparación de yogur.
Años más tarde compró máquinas e incluyó en su oferta queso, mermelada, mantequilla, etc. Ahora tiene una inversión de USD 50 000 entre equipamiento, registro de los productos ante los organismos sanitarios, entre otros. Carlos Molina es proveedor de la leche que consume Velásquez.
Este pequeño ganadero dice que para los medianos productores es complicado seguir su ejemplo, porque esos costos para invertir no lo logran. En su caso, vende 80 litros en USD 28, al día.