El primer alimento que tomamos nada más nacer es la leche materna. Este alimento completo es el primer encargado en hacer que nuestro cuerpo comience a trabajar por su cuenta para empezar a crecer.
Si existe un alimento que nos caracteriza y nos categoriza sin duda es la leche. El ser humano forma parte de los mamíferos y como tal, la leche está presente en la alimentación básica de prácticamente todo el mundo.
Existe una gran cantidad de variedades de leche, algunas cada vez más famosas. Para empezar, debemos diferenciar las leches procedentes de animales y las vegetales. Hay muchos tipos de leches vegetales. Cada vez son más comunes entre aquellos que son intolerantes a la lactosa o por los que seguimos un estilo de vida más natural y/o vegano. Entre las más conocidas está la leche de soja, almendras, coco, avellanas y arroz. La mayoría se pueden encontrar en los supermercados, pero la ventaja es que se pueden preparar en casa y realmente son muy sencillas de hacer.
Por otra parte están las leches procedentes de animales. La más empleada es por excelencia la leche de vaca, pero también se consumen las de oveja, cabra, burra y camella utilizadas en distintas partes del mundo, variando entre ellas según la región del mundo donde estés. Pues bien, dentro de la leche podemos encontrarla en los supermercados con más o menos grasa.
Durante mucho tiempo nos han dicho que la grasa es mala y que hay que quitarla de nuestros alimentos y de nuestra dieta. Pero como os he contado ya en varias ocasiones, la grasa no es el problema. De hecho, es muy necesaria para que nuestro cerebro funcione.
Según estudios recientes, aunque aún preliminares, podrían indicar que la grasa presente en la leche entera es beneficiosa para ayudar a disminuir el riesgo de padecer diabetes. En el estudio realizado a lo largo de los últimos 15 años se ha estudiado la sangre de 3.333 personas adultas con edades de entre 30 y 75 años. Se determinó que aquellas personas que consumían lácteos enteros y que tenían un nivel más alto de grasa láctea en sus organismos tenían casi un 46% menos riegos que aquellos que sólo consumían lácteos bajos en grasas a padecer diabetes.
Es importante remarcar que los resultados obtenidos de dicho estudio aun están en un momento temprano, por lo que todavía no se pueden realizar afirmaciones ni asegurar los resultados. Sin embargo, dichos resultados son muy significativos. Nos preocupamos en exceso de eliminar las grasas, pero no todas son malas. Hay que diferenciar entre cuales son las adecuadas y cuales no. Aunque no se puede asegurar aun el beneficio de los lácteos enteros para la dieta, tampoco hay estudios que determinen que aquellos alimentos con menor contenido graso sean mejores.
En resumidas cuentas, lo que quiero decir es que, si consumes lácteos, no temas a que estos sean enteros. La grasa presente en los lácteos, ya sea la leche como yogures o quesos no es perjudicial. Por el contrario es una grasa saludable que podría incluso ser beneficiosa para tu salud y es donde se encuentran todos los nutrientes. Además, procura siempre que sean productos ecológicos y orgánicos. En España prácticamente todos los lácteos están pasturizados y son UHT (ultra high temperature). Esto significa que la leche ha pasado por un proceso de cocción que ha matado a todos los microorganismos, incluyendo a los buenos. La mayoría de la leche que encontramos en el supermercado es UHT ya que tiene una vida útil más larga. Sin embargo, la leche fresca y solo pasteurizada es mucho mejor ya que tiene todas las propiedades ¡Si puedes conseguir leche fresca de una granja te animo encarecidamente a que cambies! Notarás la diferencia.
Por supuesto es vital que escuches y estés atento a las señales que te da tu cuerpo. Consume aquellos productos con los que te sientas mejor. Si te gustan los lácteos y tu cuerpo los tolera, adelante. Si por el contrario eres intolerante, alérgico o prefieres tener una alimentación libre de productos procedentes de animales, tienes otras alternativas muy nutritivas con las que disfrutar.
Fuente Natruly