El impacto del alza en el costo de la alimentación del ganado ya alcanzó a los productores de leche, quienes urgen un ajuste en el precio por litro para evitar desaparecer, alertó la Federación Mexicana de Lechería (Femeleche).
En lo que va del año, el precio del maíz ha subido de un promedio de 4.36 pesos a 7.00 pesos y el de la pasta de soya de 7.35 pesos a 11.20 pesos, insumos que representan al menos el 40 por ciento del costo de la alimentación de una vaca, a lo que se agrega el incremento en los precios de forrajes como el silo de maíz y la alfalfa, debido a las afectaciones por la sequía a nivel nacional y al aumento en el costo del diesel.
«Estos incrementos han impactado en el costo de producción en un promedio mínimo de 2 pesos por litro de leche, mismos que el ganadero ha tenido que absorber, lo cual ha obligado a la mayoría de los productores a enviar parte de su ganado al rastro para pagar la alimentación del resto.
«Lamentablemente, aunque hemos visto un incremento en los precios al consumidor por parte de la industria, ésta no ha realizado ningún ajuste en el precio que paga a los productores, obligando a estos a vender la leche por debajo de su costo de producción», señaló Vicente Gómez Cobo, presidente de la Federación.
Afirmó que para poder mantener bajo el pago a los productores, la industria ha continuado con la importación de leche en polvo descremada, con un incremento de 0.95 dólares la libra, a 1.25 dólares, lo cual favorece a los importadores de leche y perjudica al sector primario.
Un ajuste de al menos 2 pesos por litro de leche para el productor ganadero por parte de la industria es indispensable para que la situación no agrave la condición del sector en los próximos días, lo cual representaría únicamente el 8 por ciento del precio promedio en el anaquel al consumidor, apuntó el dirigente.
Asimismo, destacó la necesidad de actualizar el precio de garantía que paga Liconsa de 8.20 pesos a 10.20 pesos para mantener dicho apoyo de forma proporcional al incremento registrado en los costos de producción.
«La producción de leche es un motor de la economía y mano de obra rural. Esta actividad es llevada a cabo principalmente por más de 250 mil pequeños y medianos productores de los que dependen más de 1.5 millones de empleos en toda la cadena, por lo que se requiere que ésta sea una actividad rentable para que no desaparezca», finalizó.
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