Si bien hoy la situación es de sequía, la relativa debilidad del real “no favorece”. Por ese motivo, consideró que Brasil “no es un mercado seguro” para 2021-2022, ya que cualquier factor climático o de moneda puede afectar los niveles de importación.
En cambio, con Argelia —el principal mercado de los últimos años para la leche en polvo— la situación es diferente. Este país importa US$ 1.400 millones anuales de productos lácteos y Uruguay ingresa con unos US$ 200 millones por año. Es el cuarto importador mundial con una población de 43 millones. Su producción de leche es de 3.400 millones de litros y su déficit es el equivalente a 6.900 millones de litros, y la tasa de crecimiento de su remisión es inferior a la del consumo interno. “Argelia tiene un déficit estructural de lácteos, va a comprar por mucho tiempo”, aseguró Giudice.
De todas formas, acá Uruguay no solo compite con Argentina, sino también con “pesos pesados” como Nueva Zelanda y la Unión Europea, que son sus principales proveedores.
El mercado argelino ha mostrado cierta estabilidad, ya que su moneda tendió a apreciarse frente al dólar en el último tiempo y no tiene problemas de inflación. Las licitaciones para compras de lácteos las hace el gobierno y son “muy competitivas” porque son básicamente por precio. Como debilidad, es un país que cuya suerte económica está fuertemente atada a las ventas de hidrocarburos (petróleo y gas).
China y Rusia
El mercado chino ha cobrado protagonismo para Uruguay. En mayo y abril fue el tercer destino para las industrias uruguayas. Es un mercado anual que mueve US$ 6.300 millones, de los cuales Uruguay ocupa una posición muy menor (apenas US$ 70 millones). Es el principal importador mundial y tiene un déficit equivalente al 30% de su producción. Al igual que Argelia, la tasa de crecimiento de la producción láctea es inferior al del consumo doméstico.
“Acá también tenemos competidores como Nueva Zelanda o la Unión Europea. No es fácil entrar porque son jugadores fuertes que nos bloquean y no nos dejan ganar más espacio”, explicó.
Sobre el boom de compras de la región asiática y su incidencia en la fuerte valorización de los lácteos, el gerente del Inale dijo que hay dos hipótesis.
La primera apunta a que varios países asiáticos realizaron compras para stockearse ante potenciales problemas logísticos. “Si esto es así, hay un riesgo que compren menos a futuro y los precios bajen. Es uno de los nubarrones que tenemos hoy”, admitió.
Sin embargo, también mencionó que otros analistas de los mercados argumentan que el gobierno de China impulsó y alentó el consumo de lácteos para reforzar el sistema inmunológico de su población por la pandemia. “Si eso es así, vamos a tener buenos precios de los lácteos a futuro. A priori, esperamos que China se mantenga como un mercado tonificado para 2021-2022”, comentó.
Finalmente, en Rusia, otro jugador de peso en el mercado con importaciones por US$ 1.600 millones anuales (Uruguay le vende entre US$ 50 millones y US$ 70 millones), también hay perspectivas de sostenibilidad. Este país tiene un déficit estructural. Atiende su demanda con 75% de producción propia y otro 25% de importación.
Como ocurre con China o Argelia, acá también la competencia para ingresar es compleja. Bielorrusia es el gran abastecedor de ese déficit, seguido por Nueva Zelanda y la Unión Europea. “Uruguay tiene ciertas dificultades para ingresar con más volumen”, reconoció.
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Fuente: http://tardaguila.com.uy/web/