Mejorar el manejo animal genera beneficios tanto para los animales como para los trabajadores, influyendo positivamente en el bienestar de ambos, así como en la productividad. Además, las mejoras en la relación humano-animal conducen a un aumento en la motivación de los trabajadores y, por lo tanto, mejoran el rendimiento de su trabajo.
La interacción humano animal (IHA) comprende cualquier contacto entre los manejadores y los animales, e implica diferentes sentidos sensoriales como la percepción táctil, visual, olfativa y auditiva.
Así lo planteó María Camila Ceballos, de la facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Calgary (Canadá), durante el Encuentro internacional de investigadores de bienestar animal, que se realizó en Montevideo (Uruguay) el 14 y 15 de noviembre, donde indicó que dicha interacción puede clasificarse según su naturaleza como positiva, neutra o negativa, dependiendo de la forma que el manejador realice sus tareas rutinarias en el sistema de cría.
Sostuvo que los animales de granja reaccionan espontáneamente a los humanos, o pueden aprender a asociar su presencia y comportamiento con el tipo de manejo empleado. En general, las acciones aversivas conducen a respuestas negativas (fisiológicas, emocionales y comportamentales) como, por ejemplo, el aumento del miedo de los animales hacia los humanos.
“Está bien documentado que el miedo de los animales hacia los humanos afecta negativamente el rendimiento productivo, incluida la reducción de la fertilidad, la producción de leche y la tasa de crecimiento de los animales”, afirmó la profesional.
Añadió que esas interacciones en los sistemas de producción no han recibido suficiente importancia, aunque haya evidencia científica en diferentes especies, y ésta demuestre que las interacciones negativas con los animales impactan negativamente su bienestar.
Sabiendo que algunas tareas rutinarias en los sistemas productivos son consideradas aversivas, pero difíciles o imposibles de abolir (como: vacunación, embarque, transporte, desembarque, etc.), muchas veces se encuentran situaciones donde, por ejemplo, los bovinos son manejados con gritos, golpes, tábanos eléctricos, entre otros manejos rudos, cuando se llevan a realizar sus manejos de rutina. Esos manejos de rutina deben realizarse de la mejor manera posible, minimizando el sufrimiento innecesario de los animales, indicó.
Cabe destacar que, en la mayoría de los casos, las opiniones, costumbres y comportamientos inapropiados o erróneos de los trabajadores en los sistemas de producción animal, no se deben a crueldad intencional, sino a la falta de conocimiento sobre como los animales “entienden” esos comportamientos.
Hay tres factores que influyen en el desarrollo del trabajo de las personas: la capacidad, que incluye variables como la habilidad de trabajar, la salud y el conocimiento sobre el trabajo realizado; la oportunidad, que envuelve las condiciones de trabajo, el equipo y las herramientas disponibles, las acciones de los compañeros de trabajo y las políticas organizacionales; y, la voluntad, que abarca la motivación, satisfacción y actitud en el trabajo.
El rendimiento en el trabajo depende principalmente de una combinación de motivación, conocimientos técnicos, habilidades y oportunidades para realizar el trabajo. Como las tres funcionan en conjunto, entonces una baja motivación va a limitar el rendimiento, independientemente de las habilidades técnicas y el conocimiento del individuo, manifestó.
Por lo tanto, dijo, alguna deficiencia en estas importantes características relacionadas con el trabajo del manejador de los animales puede afectar su comportamiento al manipularlos y, en consecuencia, afectar el bienestar de ambos.
En muchos sistemas de producción animal, las tasas de permanencia de los trabajadores son bajas y la inversión en capacitación es limitada. Esto conduce a un ciclo problemático en el que los empleados, infravalorados y no adecuadamente capacitados, tienen intervalos de empleo cortos, lo que «justifica» que los productores no inviertan en la capacitación de sus empleados.
Estudios en sistemas de producción animal (leche y carne), cerdos y pollos de engorde has demostrado el alto potencial que tiene el entrenamiento del personal que maneja los animales, especialmente técnicas conductuales y cognitivas, específicamente diseñadas para mejorar las actitudes y el comportamiento de los trabajadores hacia los animales.
Mejorar el manejo animal genera beneficios tanto para los animales como para los trabajadores, influyendo positivamente en el bienestar de ambos, así como en la productividad. Además, las mejoras en la relación humano-animal conducen a un aumento en la motivación de los trabajadores y, por lo tanto, mejoran el rendimiento de su trabajo.