Como todos los años, aparecen con el calor. ¿Qué podemos hacer para disminuir la cantidad de moscas en el tambo? La higiene organizada es la clave.
La mosca doméstica Musca domestica (Diptera: Muscidae), representa una molestia para los animales y operarios del tambo. Generalmente se encuentra asociada a otras especies, como Stomoxys calcitrans (mosca brava o de los establos), Cochliomyia hominivorax (mosca de las bicheras o miasis), Haematobia irritans (mosca de los cuernos), que en conjunto pueden afectar la producción de leche.
La intensificación de la producción animal ocasiona gran acumulación de heces en espacios reducidos con emisión de olores desagradables, lo que genera un aumento poblacional de moscas y efluentes contaminantes. Estas instalaciones de producción intensiva, proveen condiciones óptimas de humedad, temperatura y proporcionan fuentes de alimentación y refugio apropiadas para su desarrollo. La falta de gestión en el tratamiento y disposición final de los residuos, permite mantener las poblaciones de moscas en elevados niveles de abundancia.
A su vez, por ser organismos causantes de contaminación, podrían aumentar la frecuencia de transmisión de enfermedades y constituyen una importante fuente de estrés en los animales que podría provocar mermas en el consumo de alimentos, retrasos en el crecimiento y disminución en la producción.
Si bien existen factores abióticos y bióticos que interfieren en los ciclos biológicos de las moscas, no siempre son suficientes para evitar incrementos poblacionales indeseados, con los consiguientes perjuicios que provocan.
¿Por qué hay tantas moscas en el tambo?
• Los adultos son atraídos por fuertes olores producto de la descomposición de compuestos orgánicos en presencia de humedad (orina y heces en corrales de alimentación, leche derramada en la sala de ordeño, silajes, lagunas de efluentes).
• Tienen la capacidad de poner cientos de huevos en aquellos sectores donde se producen olores.
• Después de las lluvias, esos sitios son excelentes medios nutritivos para la cría de larvas (Figura 1)
• En poco tiempo pueden aparecer poblaciones de mosca resistente a los insecticidas.
Bioecología y ciclo de vida
Es una especie solitaria que se agrupa para optimizar el aprovechamiento de los recursos ambientales disponibles. Se orienta por olores a los sitios posibles de alimentación y de cría. Una vez allí, libera la feromona de agregación y atracción sexual. Luego del apareamiento, la hembra pone sus masas de huevos en ese sitio. En verano, con temperaturas medias de 28ºC, se desarrolla desde huevo hasta adulto en un período de una a dos semanas.
La hembra de mosca doméstica puede colocar masas de entre 100 y 150 huevos, efectuando de 7 a 10 posturas durante su vida, lo que da un total aproximado de 1.200 huevos/mes. Estos huevos son depositados sobre la materia orgánica en descomposición. Posteriormente desarrollan tres estadios larvales, luego transcurre el período de pupa (Figura 2) y finalmente surge el adulto.
La mosca doméstica tiene aparato bucal de tipo “esponja”, conformado por una trompa con la que succiona el alimento líquido o sólido, rico en azúcares y proteínas, al cual va disolviendo lentamente. Por eso, antes de absorber los nutrientes debe licuarlos, y para eso les segrega saliva. Los puntos negros que se ven en los objetos donde hay moscas son manchas de vómito o materia fecal. Si bien no pica al animal, su aparato bucal está en contacto con heridas, saliva, secreciones oculares, restos de animales muertos, lo cual facilita la transmisión de enfermedades.
Hábitats de reproducción y desarrollo
• Alrededor de las pilas de estiércol y zonas de carga.
• Alimento húmedo en el interior y alrededor de comederos (Figura 3 y 4).
• Depósitos de forrajes, silos o rollos.
• Guacheras.
• Sólidos sobrenadantes en las lagunas de efluentes.
• Callejones de acceso y salida del tambo.
• Residuos húmedos alrededor de los bebederos. • Base de portones y alambrados.
• Alrededor de corrales.
• Cunetas.
• Canaletas de desagüe de efluentes.
Estrategias combinadas para su control
Para el control de estas moscas, como en la mayoría de las plagas, no es posible depender únicamente del control químico. La alternativa más racional de tratar a los organismos perjudiciales es a través de la estrategia del Manejo Integrado de Plagas (MIP) donde distintas tácticas de control se combinan para lograr la reducción poblacional tolerable a la actividad productiva. Es decir, se debe analizar el empleo de tácticas de control cultural (buenas prácticas de transformación de los residuos), biológico, microbiano y químico racional, entre otras.
Su control resulta efectivo, si se considera un conjunto de alternativas o métodos simultáneos, en donde el principal componente lo constituye las técnicas de saneamiento (limpieza periódica y secado de sustratos) con el objetivo de eliminar los potenciales sitios de cría. Luego se pueden usar métodos complementarios por control biológico (liberaciones escalonadas de microavispas parasíticas) o físicos (trampas con cebos, cintas pegajosas). Por último y ante situaciones extremas, se puede recurrir al control químico dirigido a adultos o larvas.
A su vez, la implementación del MIP comprende el monitoreo sistemático. Esta herramienta sirve como un sistema de alerta para iniciar las medidas de acción anticipándose a un posible período de crisis y a su vez, es útil para efectuar los cambios necesarios en las prácticas culturales y realizar aplicaciones oportunas.
Medidas sanitarias para prevenir su aparición
Se deben reducir las fuentes de alimento de las larvas. Entonces, al mantener limpios y secos los probables sitios de cría, se limita la posibilidad de reproducción y disminuye su abundancia.
Por lo tanto, las recomendaciones son:
• Cada semana retirar el estiércol acumulado en la guachera, callejones, canaletas, alrededor de comederos y bebederos. Otra alternativa es mantenerlo seco espolvoreando regularmente con cal viva los sectores más comprometidos. La remoción semanal del estiércol evita que los huevos de moscas hagan eclosión.
• Una vez por semana, rastrillar y nivelar los corrales (patio de comidas) para permitir el desagüe e impedir que se acumule materia orgánica.
• Mantener limpios los bordes y alrededores de los depósitos de estiércol.
• Cubrir con plásticos el estiércol almacenado para impedir la entrada de agua de lluvia o rocío. Esta envoltura permite además mantener el estiércol a una elevada temperatura que impide el desarrollo de moscas. Como destino final, podría esparcirse en campos de cultivo y/o pasturas para abono.
• Construir placas de hormigón alrededor de comederos y bebederos, con canaletas y pendientes adecuadas para el drenaje de los líquidos.
• Disponer de canales de desagüe de efluentes construidos en cemento.
• Eliminar con frecuencia los desechos sólidos de las cámaras de decantación.
• Evitar el derrame de alimentos en el suelo de los comederos, alrededor de las bases de los silos y frente a las celdas de almacenamiento.
• Limpiar semanalmente los restos de alimentos húmedos alojados en el interior de los comederos.
• Girar los rollos para impedir que se acumule estiércol, orina y heno.
• Cubrir con materiales plásticos el forraje almacenado y depositarlo en pisos de cemento para evitar el ingreso de humedad.
• Eliminar o reducir los ingresos de humedad en los diferentes sectores de las instalaciones (bebederos, pérdidas de canillas, desagües pluviales, recipientes que acumulan el agua de lluvia).
• Proporcionar una adecuada ventilación y corriente de aire dentro de las instalaciones para reducir la humedad del estiércol acumulado. Se puede favorecer la circulación de aire sobre el estiércol usando ventiladores.
Control químico
Cuando estos dípteros aparecen en elevadas densidades, podrían reducirse rápidamente con el uso de insecticidas, pero debe considerarse que si se las pretende controlar únicamente de este modo, resulta muy costoso por las repetidas aplicaciones y la estrategia tiende a ser ineficaz. Por ello, sólo deberían ser empleados como una alternativa de último recurso para lograr una rápida disminución de la infestación y no como un método rutinario de control.
El tratamiento químico puede realizarse con adulticidas y larvicidas. Los adulticidas pueden ser aplicados mediante aspersiones en forma de neblinas, con productos que actúan por contacto como la ciflutrina, lambdacialotrina, deltametrina y cyalotrina. También es posible utilizar cebos tóxicos. Estos últimos contienen atrayentes (color, feromona y azúcares) que estimulan la alimentación, y un insecticida (eg. thiametoxam, imidacloprid, spinosad). Los cebos se presentan comercialmente en forma de polvo, gránulos o líquidos. Los gránulos pueden colocarse en bandejas para ser distribuidos en puntos específicos y los líquidos pueden aplicarse mediante pinceladas.
Los tratamientos deben realizarse sobre las superficies en las que se posan las moscas tales como: laterales de comederos, bebederos, postes, columnas, tuberías, marcos de ventanas y puertas, paredes, cortinas, lugares donde se asolean y techos donde pernoctan los adultos. Los sectores más apropiados en donde efectuar las aplicaciones, pueden detectarse al observar los característicos “puntos oscuros”, producto de las manchas del vómito y la materia fecal, en los sectores frecuentados por las moscas. Es imprescindible alternar el uso de insecticidas con distintos modos de acción para evitar resistencia a corto plazo.
Otra forma de controlar a las moscas es tratando a sus larvas con larvicidas. Estos productos interfieren con el proceso normal de muda del insecto, impidiendo que la larva que lo ingiere, llegue a ser adulto. Existen disponibles marcas comerciales a base de cyromazina, triflumurón y diflubenzurón, que pueden utilizarse mediante aspersiones en sectores con presencia de larvas, previamente detectadas con el monitoreo.
Si bien el estiércol acumulado y los restos de alimentos derramados deben ser recogidos y/o tratados, antes de que las moscas se reproduzcan, generalmente implica una actividad difícil de cumplir en la rutina semanal. Las moscas, siendo insectos oportunistas, se reproducen con facilidad en estos sustratos en presencia de humedad, por lo que una falla en las prácticas sanitarias semanales, puede provocar su aparición en densidades indeseadas. En estos casos, al detectarse los sitios de proliferación de larvas y pupas, sería indicado realizar un tratamiento con larvicidas en forma localizada.
Otra alternativa para el control de adultos son las trampas para moscas. Estas contienen un cebo en su interior, con atractivos sexuales y genéticos, donde las moscas se almacenan y mueren sin tóxico alguno. Pueden distribuirse en la entrada y salida de la sala de ordeñe, corral de espera, corrales de alimentación y guachera.
Reflexiones finales
Los desechos que se generan en los tambos, como el estiércol, la orina, la leche que se derrama, los restos de alimento en los comederos y sitios de almacenaje, sumados a los aportes de humedad en períodos lluviosos, conforman el ambiente necesario para que tanto larvas como adultos de moscas se alimenten y se multipliquen.
Por consiguiente, el problema de las moscas exige la necesidad de aplicar las medidas sanitarias adaptadas al manejo de los animales y las instalaciones. La remoción del estiércol, los restos de alimento derramado y la eliminación de los focos húmedos, entre otras, resultan alternativas fundamentales para reducir sus poblaciones. Estas medidas, sumadas a un adecuado monitoreo y a la ejecución oportuna de las acciones de control en el marco del MIP, constituyen estrategias imprescindibles para mantener a estos dípteros bajo límites tolerables y evitar que alcancen el estatus de plaga, logrando así un manejo económico y efectivo de las poblaciones de moscas.
Lic. Biod. (M. Sc.) Federico Massoni
Sección Entomología – INTA EEA Rafaela