La realidad impone a los productores lecheros un ejercicio de memoria: buscar en lo que va del siglo un precio del litro de leche, medido en dólares, que sea tan bueno como el actual.
En junio, y se mantendría en la liquidación del último mes, productores cobraron $ 420 por cada litro de leche, lo que a valor del tipo de cambio oficial ($ 950) representan 44 centavos de dólar. Y si se lo traslada a dólar blue ($ 1.400), da U$S 0,31.
Las razones de esta recuperación poco tienen que ver con ser como el ave Fénix. Tiene su costo.
En el primer trimestre, la producción de leche fue entre 15 y 20% inferior al mismo período de los tres años anteriores. La oferta se desplomó y falta leche.
A la sequía, se agregó que muchos productores dejaron de “alimentar” a las vacas (con la nutrición adecuada para crecer en la producción) para pasar a darles de “comer” (solo para que subsistan), lo que se tradujo en una caída en la producción; además, se cerraron tambos y muchas vacas fueron a parar a las plantas de faena en los frigoríficos. La desazón del productor y el recambio generacional hicieron que la productividad cayera.
En una coyuntura con menor cantidad de materia prima, la industria tuvo que pujar para hacerse de leche, lo que generó una recuperación en el valor del producto.
Durante mucho tiempo, por las distorsiones a las que se vio sometida, a la lechería se le dijo que el norte estaba en el sur. Hoy parece que hay un cambio de rumbo y que va encontrando su propio camino, lejos de las políticas intervencionistas.
De la misma forma que productores con alta eficiencia hoy tienen una rentabilidad del 20%, quizá una de las mejores del siglo, la industria también comenzó a recuperar terreno y a encontrar su norte. La empresa La Serenísima informó que su balance anual, cerrado el 30 de junio, mostró una ganancia de $ 56 mil millones, contra una pérdida de $ 13.200 millones, fundamentada en la eliminación del programa Precios Cuidados.
La pregunta del millón es si esta situación es sustentable en el tiempo. Por lo pronto, hay que ir descartando variables: los tambos que se fueron no volverán; los establecimiento que se achicaron para permanecer en el sistema no se recuperarán de un día para el otro; los tambos que se endeudaron para mantener la productividad hoy están pagando las deudas viejas; aquellos que venían con inercia y trabajando bien también tuvieron que aflojar las riendas, con lo cual debieron transitar una caída en la productividad.
Por el lado del mercado, si el consumidor no tiene capacidad de pago para validar subas en los precios domésticos, la materia prima irá a las exportaciones.
“No es como antes, que el excedente iba a parar al mercado interno y eso deprimía los precios”, asegura un productor de Córdoba.
Dentro del modelo de producción, el tambero tiene un socio clave que es el agricultor, que hoy exhibe números en rojo.
Con la actual relación de precios, un productor que recibe $ 420 por litro de leche puede comprar, a un valor de $ 285 el kilo de soja, 1,47 kilos de la oleaginosa.
La relación mejoró para el productor de leche, pero a costa de una menor rentabilidad para la agricultura.
En julio de 2023, el poder de compra de la leche era el equivalente a 1,15 kilos de soja, cuando el productor recibía $ 102 por litro de leche y pagaba $ 88 el kilo del grano.
El tambero necesita que la agricultura tenga muy buena producción y para eso esta necesita rentabilidad. Este año, muchos tambos del este de la provincia tuvieron problemas por la falta de almidón en el maíz, debido a la sequía y al impacto de la chicharrita, lo que obligó a suministrar más volumen del cereal para compensar el déficit.
Análisis mostraban que el grano tenía 65% de almidón, cuando lo normal es que tengan 75%, lo que generó un costo adicional en la producción.
¿Qué pasará con la ecuación entre la agricultura y la lechería cuando se cumpla la promesa del Gobierno de bajar las retenciones?
Habría que esperar que la producción de leche mantenga la relación insumo/producto con la agricultura. Para eso, la leche en el país debería ser competitiva en relación con lo que se paga en mercados vecinos. De lo contrario, volverán las ecuaciones negativas.
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