En tiempos de paquetes de leyes. decisiones del gobierno y expectativas económicas, el consumo interno de lácteos arrojó una caída medida en volumen de 16 por ciento, lo que equivale a un promedio diario 13,7 por ciento en términos de litros menor a un año atrás. Como resultado de la crisis en el sector, se registra un importante cierre de tambos, a menos de 10 mil unidades, el nivel más bajo en 40 años, el que afecta a 80 mil puestos de trabajo aproximadamente.
La caída de la producción se fue profundizando durante la primera parte del año, acumulando un 13,7 por ciento menos de producción para los primeros cinco meses del año, respecto a igual período de 2023, marcando el nivel más bajo en cinco años, según cifras actualizadas a mayo del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla). En algunas zonas se reflejó en las últimas semanas una mejora con los días más fríos, secos y soleados, esperando que se vaya paulatinamente revirtiendo la situación y pasar a valores positivos entre agosto y septiembre y el acumulado anual esté entre 4 y 6 por ciento por debajo año contra año. “Recordando que en el último cuatrimestre del año, se produce alrededor del 38 por ciento de la producción total del año”, señaló Ocla.
Los productos de mayor valor agregado y unitario como quesos de pasta muy blanda, quesos rallados, leches saborizadas, yogures, flanes y postres presentaron una gran caída asociada a las subas de precios y al retraso en el poder adquisitivo del sector medio de la población que demanda en mayor cuantía estos productos. Cabe tener en cuenta, escenarios como el actual donde hay un fuerte deterioro de los ingresos reales de la población, hacen que proliferen las “ventas informales” que obviamente ninguna estadística puede registrar y además crecieron fuertemente productos que por precio sustituyen el consumo de lácteos, como rayados, bebidas con lácteos, margarinas y otros similares.
El deterioro del contexto muestra que las ventas y, por ende, el consumo presentan en los últimos años una tendencia a la baja en general y una primarización de las ventas (productos más básicos: leches fluidas no refrigeradas, quesos al peso de segundas y terceras marcas y yogures bebibles de litro) en detrimento de aquellos productos de mayor valor agregado y por ende económico.
En consecuencia, la producción láctea del país se encuentra en una situación compleja y expectante debido a una crisis de rentabilidad que amenaza la viabilidad de los negocios ganaderos en la región. En mayo de 2024 la producción fue de 787 millones de litros de leche, esto implica un valor 10,2 por ciento por encima del mes anterior (6,6 por ciento en el promedio diario) y un 10,8 por ciento menos que igual mes del año anterior.
Al analizar el comportamiento de la producción por estrato productivo, se observa que el estrato de más de 6.000 litros diarios de producción, tuvo una baja mucho menor que el resto de los estratos (-5,2 por ciento), en el período enero-mayo de 2024. Por su parte los estratos, medio y bajo presentaron caídas interanuales muy significativas (-12,1 y -16,8 por ciento respectivamente), afectados fundamentalmente por los efectos del stress térmico y la disponibilidad financiera para afrontar mayores gastos en alimentación, como así también aspectos vinculados a pérdidas de score corporal, abortos, desbalances metabólicos post parto, descarte por encima de lo normal, entre otros.
Según cifras brindadas por el sector, los costos para producir un litro de leche oscilan entre 1.800 y 1.900 pesos, mientras que el precio de compra promedio por parte de los comercializadores es de apenas 1.600 litros. Este desequilibrio ha llevado a numerosos productores a ceder ante la presión de vender sus propiedades y abandonar la actividad lechera, lo que se refleja en que se haya perdido en los últimas dos décadas más 50 por ciento de los establecimientos operativos, de los cuales más de 400 cerraron en los últimos meses para contabilizarse menos de 10.000 el nivel más baja en cuatro décadas.
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